jueves, 21 de febrero de 2013

Reflexiones de un día de fiebre



Enfermarse es la excusa perfecta para delegar culpas en los demás y también para poner a prueba a esos que nos rodean. Su atención, cariño y demás hierbas son necesarias cuando un mínimo dolor de garganta nos atraviesa y arruina el día, por lo tanto, si no están presentes trayéndonos algún analgésico de la farmacia que está a dos cuadras, su amistad no nos interesa en lo más mínimo, porque nos ha fallado en un momento esencial.
Algunos exageran de forma catastrófica cualquier síndrome gripal, otros se la bancan y van para adelante, una pastilla y siguen con su vida. De los segundos no me ocupo porque no nos dan ningún título divertido. De los primeros puedo escribir un libro: esa clase de histérico social es necesario en nuestra sociedad y las redes sociales nos han demostrado que todo tiene una razón esencial. Una mujer acusa enfermedad en su estado de Facebook y no faltará el hombre ansioso que comente: “estoy para lo que necesites”; “espero que te mejores”; “si querés te llevo una peli”; “tengo una receta magistral que te va a mejorar” . En esas palabras  el sujeto masculino imaginó que la chica lo llama para que le compre un ibuprofeno, este lo compra en la farmacia con una caja de preservativos, llega a la casa de la chica, se acuesta con ella y después le da la pastilla y el sujeto vuelve a su casa contento, como un ganador nato, incapaz de conocer la derrota. Pero ese tipo de aventuras solo pasan por nuestra mente.
Distinto es el caso del hombre, que a menos que sea un paladín de las mujeres o un ser dichoso de que sus padres lo consideren aun un niño de seis años, pasados sus  dieciocho nadie le prestará atención porque se tiene que cuidar solo y será acusado de "pecho frío" si falta a ciertas actividades sociales por motivos recién mencionados. Este busca refugio en las redes sociales y como contestación logra la burla de sus amigos, el reproche de sus familiares y algún que otro comentario de alguna amiga rezando por su pronta mejoría. La vida depende de la presencia de mamá en casa, porque si ella no está porque tiene que hacer importantes labores en el mundo, la muerte es próxima. ¿Quién te trae el té con galletas? 

lunes, 18 de febrero de 2013

La relevancia de un manzano



Tiraré una manzana contra la pared. Haré que estalle. Espero que no haya daños colaterales y que los restos de la manzana no salgan volando y causen la muerte de alguien, quien sabe, un transeúnte, un mortal desprevenido, algún enamorado casual que camina palomeando por las calles de la ciudad. Justo,en esa calle, puede pasar una manzana cerca de ti y mancharte el traje cuando la manzana pierda su forma original y se desmaterialice con su esplendor en la pared. Tan roja, tan superior, tan propia de nuestro universo es la manzana, que la explicación de la muerte y la desgracia surge de un ofrecimiento en donde hay una manzana presente.

¿Alguien puede dudar de la importancia de una manzana?