Tiraré una
manzana contra la pared. Haré que estalle. Espero que no haya daños colaterales
y que los restos de la manzana no salgan volando y causen la muerte de alguien,
quien sabe, un transeúnte, un mortal desprevenido, algún enamorado casual que
camina palomeando por las calles de la ciudad. Justo,en esa calle, puede pasar una manzana cerca de ti y mancharte el traje cuando la manzana pierda su forma original y se desmaterialice con su esplendor en la pared. Tan roja, tan superior, tan propia
de nuestro universo es la manzana, que la explicación de la muerte y la
desgracia surge de un ofrecimiento en donde hay una manzana presente.
¿Alguien
puede dudar de la importancia de una manzana?
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