lunes, 17 de junio de 2013

Los animales: recuerdo de los trece y la eternidad de un siamés


En las clases de ética ciudadana o de otra materia que no recuerdo (trasladaré los recuerdos sin pensar tanto) nos mencionaron que los animales, sea cuales fueren, no tenían memoria ni ningún tipo de inteligencia. Ante tan tamaña duda a los 13 años, con mis compañeros de colegio nos surgió comentar, que las mascotas que tenemos cuando se pelean con un perro o les pasa algo, o cuando se ven ante el mismo perro o una situación similar se ponen mal o se asustan, como si recordaran lo sucedido anteriormente. Algo que para nosotros, a esa edad, es tan normal porque la diferencia entre perros, gatos, pájaros y humanos solo la vemos en que los animales son demasiado buenos para ser personas.
No es casual que a cada mascota le demos características de ser querido: ríe, llora, recuerda, sabe de ingeniería al abrir la puerta ventana con la pata, puede opinar de política, ve televisión y grita los goles en el mundial. No me sorprende en absoluto en un mundo tan loco como este: los mismos humanos que votaron alguna vez a Menem no pueden jamás discutir las genialidades de un perro o la limpieza perfecta de un gato.

El siamés del vecino, del cual desconozco el sexo, es de aparecer misteriosamente escondido tras la leonera. Se agazapa, mirando a quien esté en el patio, siempre en la tarde noche con el resplandor del atardecer que se despide y solo se puede divisar la sutil forma de su cabeza y sus orejas paradas. Algo busca de mí pero no se qué. Si lo espanto desaparece, pero aparece por otro lado, siempre a mis espaldas y me busca la mirada, como si una vieja enemistad nos reencontrara. Sé que es el mismo que vagaba por otros techos que conocí en mi infancia, cuando miraba desde la ventana del departamento todos los techos de la manzana y ahí, vagando, jugando en el atardecer de la Costanera, coqueteando con las sombras, un siamés de ojos eternos me miraba, fijo, buscando algo de mí pero aun hoy que las vicisitudes nos han vuelto a cruzar, no sé qué es.

lunes, 3 de junio de 2013

El insomnio y fragmentos de un poema de Borges



En esta noche de ilusorias quimeras quiero destacar un poema de Borges, que llegó a mí de sorpresivo modo. Su nombre es “insomnio” y no es casual su presencia en estas humildes letras.

“El universo de esta noche tiene la vastedad
del olvido y la precisión de la fiebre.

 El tan gloriado escritor y poeta sabía de largas noches, supo plasmarlas, supo reproducirlas en  poemas, ensayos y cuentos. Creo que también no es casual en un literato el insomnio: nos enseñaron que de noche se duerme, por lo tanto, muchos simulan el letargo, otros lo viven y otros solitarios se reflejan en sus sueños y alérgicas obsesiones. Pero es común esconderse y encontrarse con uno mismo, reflejado en la pared, en el encierro de la habitación, en una mirada al ventanal perdido en la penumbra y la vaga luz de la luna. La calle vacía y el susurro de algunos autos en la lejanía nos hacen sentir que estamos equivocados, que es un error de cálculo no dormir. ¿Es un problema físico o un dilema existencial que nos pide ser resuelto?. Cada uno sabe a qué juega.

“En vano espero
las desintegraciones y los símbolos que preceden al sueño.”

 En mi caso personal, todo lo que he escrito, excepto dos o tres veces, ha sido de noche, cuando el resumen del día aparece, cuando los recuerdos me sobrepasan y los amores golpean mi imaginación.
Y no soy el único, somos muchos. Habría que reconocer el valor de las redes sociales en nuestra era en esta aspecto, ahora uno sabe que no es el único que sufre de noche, que tiene sueño y no duerme, que duerme sin sueño. No somos los únicos que soñamos con soñar. Ahora podemos reconocernos con otros mucho más rápido, encontrar almas ajenas que tal vez nunca veremos frente a nosotros, pero están ahí, mirando una pantalla, buscando alguna que otra respuesta que vaya uno a saber si encontrarán.

“Creo esta noche en la terrible inmortalidad:
ningún hombre ha muerto en el tiempo, ninguna mujer, ningún
muerto,
porque esta inevitable realidad de fierro y de barro
tiene que atravesar la indiferencia de cuantos estén dormidos o
muertos
-aunque se oculten en la corrupción y en los siglos-
y condenarlos a vigilia espantosa.”

La música, un libro, un amor que no fue: aliados indiscutibles de una noche más.

Nota: los fragmentos son del poema Insomnio de J.L. Borges. Lo que escribí no tiene relación muy cercana. El poema entero es indiscutible y genial. Postearlo entero me parece innecesario. Pueden buscarlo por su cuenta y dejarse llevar.

viernes, 26 de abril de 2013

Un lugar donde vivo: Argentina

Plaza de Yapeyú


Argentina es un lugar. Está en el sur y vivo ahí, junto a otros tantos argentinos y no argentinos que habitan su suelo. Para nuestra constitución cualquier ciudadano del mundo puede vivir acá, y el que lo decida argentino será. No es una ecuación sorpresiva, el argentino “promedio” es una persona abierta al diálogo, que se preocupa por cuestiones esenciales de lo cotidiano. No se deja llevar tanto por el mal humor y se adapta a toda la coyuntura internacional y nacional impuesta por el sistema. Argentino es aquel que te cuenta un chiste en medio de una catástrofe, hace humor de la muerte porque dicen que reír es sano, y para reír hay que estar vivo. Ríe, porque si, a veces sin saberlo, sin pensar en qué y por qué, pero sigue.

Tan sabios son sus habitantes que saben que las crisis económicas y sociales siempre vuelven. Porque a pesar de que en ciertas literaturas juran a este pueblo como estático, el argentino se mueve: en sus lugares, en su barrio, en las calles, en las aulas, en una cancha jugando al fútbol, viendo fútbol. A veces es un nacionalista a ultranza, a veces es un exterminador de sus propios valores y amaría una bandera ajena en su corazón.

El hombre es dual, el argentino es su fiel ejemplo. Un mar de contradicciones nos conforman en lo que somos. Pasan los años y se  mezclan las ideas, los sentimientos. Muchos juran que el orden se consigue con restricciones a las libertades, otros insisten en que todo debe ser un libre albedrío. Y esos que quieren restringir se quejan si les restringen, y aquellos que buscan una libertad sin límites temen a la libertad de los otros.

Pero esa guerra dialéctica cultural que guardamos todos sus habitantes, es nuestra arma, nos identifica y nos sostiene. Un uruguayo me dijo bajo un pinar en una de sus playas: “nosotros admiramos de ustedes esa capacidad para saltear todas las crisis. Eso los hace ricos”. Nuestra síntesis se acerca, pero para tan amplio concepto vidas deberán pasar, mientras nos imaginamos para siempre dónde nacimos, porque a pesar de todo, aunque nos coloquen el plomo en la sien no abandonaremos nuestro hogar. 

El amor es irracional y perfecto cuando el objeto es más grande que uno mismo.

jueves, 25 de abril de 2013

Un niño en mi contándome estrellas


Cuando era chico imaginaba la existencia de un modo similar. Este personaje que creé, que no se quién es, es un niño. Tal vez como vos, como yo, no sé. Me salió, porque es una parte de mi que siempre tuve, de usar palabras "raras" desde chico. No ser lo que los demás quieren, ser lo que yo quiero. No hacer lo que los demás quieren, hacer lo que nos haga felices.

"No existen estaciones más allá del sol. Aun sostengo en mis teorías sobre el universo, que si construimos un tren que llegue hasta el sol, tal vez nunca lleguemos, porque decidamos quedarnos a vivir en Venus o Mercurio. Nadie conoce esos planetas, yo quiero conocerlos, creo que estaría bueno, que nos dejen por ahí. También quiero viajar en tren. Le pregunté a papá cuando íbamos a viajar en tren. Me respondió que acá no hay trenes, que se los llevaron hace tiempo, que si quiero vamos a tomarnos el metrotranvía que es nuevo y lindo, pero que le avise con tiempo porque dice que no nos lleva a ningún lado que nos convenga. Mamá me preguntó que de donde saqué la palabra “teoría” siendo tan chico. Yo no creo ser chico, como dice la abuela soy inteligente y ambicioso porque quiero llegar a planetas que nadie quiere llegar. Vamos a ser más felices cuando sea grande y podamos vivir en el sol"

¿Cómo se llamará ese niño cuasi escritor idealista y perdido en las ideas del universo? A los diez pensás el universo como estrellas y planetas. Cuando crecés pensás el universo como un mar de ideas y si es real o no, la existencia de lo infinito, la existencia de ese lugar donde me esperan para siempre algunos que ya no están

¿Acaso alguien podría justificarme la no existencia del cielo?

domingo, 10 de marzo de 2013

Pensamientos de un querubín de 25



El fin de una etapa es algo que solo reconocemos pasados los meses o los años, y en el racconto de las eventualidades nos damos cuenta qué fue lo que dio punto final a un momento para dar inicio a otro tiempo, otra era de nuestra vida. Si en este segundo vivo un cambio o algo terminó no lo sabré hasta que la mente en frío tenga su análisis, ese que se da en largas charlas con amigos en asados y excusas de fernet, viajando hacia cualquier lugar, en un cigarrillo solitario recordando al perro que ya no está o en las fotos de la secundaria que encontramos en una carpeta escondida en nuestra computadora
Muchos tenemos el vicio de querer determinar si estamos en un buen momento o no, y esto es tan subjetivo como una obra de arte. Muchos eruditos de la filosofía posmoderna nos dirán que es inútil pensar en estas cosas y que debemos vivir el presente al máximo. Pero puedo refutar esta teorización vaga y profundizar en que no hay nada mejor que analizar nuestro presente y como se fue construyendo para poder valorarlo. Reconocer el todo, releer el libro, las páginas a escribir son una incógnita pero no es lo mismo si conocemos bien al personaje, porque sabremos sus miedos, errores, sus amores truncos, sus pasiones más oscuras y aquellas que lo trascienden fuera de si mismo.
El ejemplo es superfluo pero no casual: para disfrutar un asado hacen falta muchos otros, en que nos faltó plata, calculamos mal la leña, compramos carne de mala calidad y nos olvidamos el vino. Al otro asado sabremos hacer todas estas cosas y desearemos otras nuevas. No faltará el conservador que no quiera arriesgar y compre siempre un vacío, como no faltará aquel que arriesgue un pollo o nos invite a probar un costillar que no tenemos idea como se hace pero ya estamos en la cancha, y una vez adentro, hay que jugar.

jueves, 21 de febrero de 2013

Reflexiones de un día de fiebre



Enfermarse es la excusa perfecta para delegar culpas en los demás y también para poner a prueba a esos que nos rodean. Su atención, cariño y demás hierbas son necesarias cuando un mínimo dolor de garganta nos atraviesa y arruina el día, por lo tanto, si no están presentes trayéndonos algún analgésico de la farmacia que está a dos cuadras, su amistad no nos interesa en lo más mínimo, porque nos ha fallado en un momento esencial.
Algunos exageran de forma catastrófica cualquier síndrome gripal, otros se la bancan y van para adelante, una pastilla y siguen con su vida. De los segundos no me ocupo porque no nos dan ningún título divertido. De los primeros puedo escribir un libro: esa clase de histérico social es necesario en nuestra sociedad y las redes sociales nos han demostrado que todo tiene una razón esencial. Una mujer acusa enfermedad en su estado de Facebook y no faltará el hombre ansioso que comente: “estoy para lo que necesites”; “espero que te mejores”; “si querés te llevo una peli”; “tengo una receta magistral que te va a mejorar” . En esas palabras  el sujeto masculino imaginó que la chica lo llama para que le compre un ibuprofeno, este lo compra en la farmacia con una caja de preservativos, llega a la casa de la chica, se acuesta con ella y después le da la pastilla y el sujeto vuelve a su casa contento, como un ganador nato, incapaz de conocer la derrota. Pero ese tipo de aventuras solo pasan por nuestra mente.
Distinto es el caso del hombre, que a menos que sea un paladín de las mujeres o un ser dichoso de que sus padres lo consideren aun un niño de seis años, pasados sus  dieciocho nadie le prestará atención porque se tiene que cuidar solo y será acusado de "pecho frío" si falta a ciertas actividades sociales por motivos recién mencionados. Este busca refugio en las redes sociales y como contestación logra la burla de sus amigos, el reproche de sus familiares y algún que otro comentario de alguna amiga rezando por su pronta mejoría. La vida depende de la presencia de mamá en casa, porque si ella no está porque tiene que hacer importantes labores en el mundo, la muerte es próxima. ¿Quién te trae el té con galletas? 

lunes, 18 de febrero de 2013

La relevancia de un manzano



Tiraré una manzana contra la pared. Haré que estalle. Espero que no haya daños colaterales y que los restos de la manzana no salgan volando y causen la muerte de alguien, quien sabe, un transeúnte, un mortal desprevenido, algún enamorado casual que camina palomeando por las calles de la ciudad. Justo,en esa calle, puede pasar una manzana cerca de ti y mancharte el traje cuando la manzana pierda su forma original y se desmaterialice con su esplendor en la pared. Tan roja, tan superior, tan propia de nuestro universo es la manzana, que la explicación de la muerte y la desgracia surge de un ofrecimiento en donde hay una manzana presente.

¿Alguien puede dudar de la importancia de una manzana?